Un ejemplo muy claro de este tipo de proyectos es el de los trabajadores de Indra, que durante el mes de mayo se unieron a la Fundación Juan XXIII Roncalli para aprovechar sus conocimientos para desarrollar tecnología que ayude a personas con discapacidad intelectual.

Esta colaboración se realizó a través del programa con.TTigo, que supuso una iniciativa de voluntariado inclusivo pionera e innovadora que persigue buscar soluciones tecnológicas para mejorar la calidad de vida de personas con discapacidad.

Así, los voluntarios trabajaron durante un mes en el diseño de aplicaciones dirigidas a tres ámbitos diferentes. Por un lado, a la atención, para facilitar la vida en comunidad y la autonomía en el hogar.

Por otro lado, se centraron en la formación a través de un curso sobre accesibilidad cognitiva; y, por último, desarrollaron aplicaciones centrada en la inclusión laboral a través de servicios de productos ecológicos.

Las aplicaciones desarrolladas durante estas semanas incluyen una herramienta de apoyo en el hogar, un interfaz sencillo para acceder a información a través de códigos QR y una herramienta para la trazabilidad de cultivos, su manipulación y entrega al cliente a través del servicio de productos ecológicos.

Sin duda, un fantástico ejemplo de cómo los trabajadores de empresas tecnológicas se involucran en el objetivo de mejorar la calidad de vida de personas con discapacidad y personas mayores.