El estudio lo recoge el periódico El País en su suplemento Materia, donde los científicos explican que, a diferencia de otros proyectos que tratan de que el ojo recupere una parte de la visión, en este caso se han saltado directamente el ojo y han ido al cerebro.

La tecnología de este estudio, en el que también han participado el Instituto de Neurociencia de Países Bajos y la Universidad de Utah (Estados Unidos), utiliza unas placas con electrodos que hasta ahora se habían utilizado en ensayos para personas con parálisis o dificultad para comunicarse.

En este caso, la placa con 96 electrodos, cada uno del tamaño de una neurona, se situó en la región visual del cerebro, con la misión de enviar señales eléctricas y detectar la respuesta neuronal. Esta placa se complementa con las gafas adaptadas para convertir el estímulo óptico en eléctrico y transmitirlo a la placa.

Los estímulos provocados en la placa eran recibidos por la paciente, una profesora de biología que quedó ciega hace 16 años, en forma de fosfenos, que son los destellos que a veces podemos percibir si cerramos los ojos.

En los tres primeros meses del estudio no hubo grandes avances, pero fue a partir de entonces cuando la usuaria empezó a detectar cambios en la intensidad el tamaño de estos fosfenos.

A partir de entonces, fue capaz de traducir esas señales para diferenciar formas, letras e, incluso, para jugar a un juego similar al comecocos.

Este sólo es un primer paso en el desarrollo de esta tecnología, pero los resultados en esta prueba son muy prometedores para mejorar la calidad de vida de muchas personas con discapacidad visual.